Antes de volar a Chiapas desde Ciudad de México, pregunté a mis amigos mexicanos recomendaciones sobre qué lugares visitar. La gran mayoría mencionaban, claro esta, San Cristobal de las Casas, el Cañón del Sumidero o Palenque, pero había otro lugar, desconocido para mí, que repetían una y otra vez. ¿De qué lugar se trataba? De una comunidad católica llamada San Juan Chamula.
Al investigar descubrí que este pueblo situado en los Altos de Chiapas está envuelto en un halo de misterio. Para empezar, los miembros de esta comunidad se rigen por sus usos y costumbres. La autoridad nacional o la policía no intervienen en sus asuntos para nada.
¿Y qué lo hace tan atractivo para los visitantes? Su iglesia, el Templo de San Juan Bautista. Un lugar muy peculiar en donde se puede experimentar en primera persona el marcado sincretismo religioso de esta comunidad indígena de origen tzotzil.
Efectivamente, en su interior los visitantes pueden contemplar rituales que mezclan tradiciones mayas prehispánicas con tradiciones cristianas. Las fotos dentro del templo están terminantemente prohibidas, así que aquí os cuento mi experiencia al visitarlo. ¡Fue sin duda una experiencia única!
Antes de entrar, un gran cartel advierte de las normas que hay que seguir para visitarlo. Nada de fotografías o videos y no están permitidas las gafas de sol ni los sombreros. Cumpliendo estas reglas, y tras pagar una pequeña cantidad a la comunidad, los turistas son bienvenidos.
Visitar el templo de San Juan Bautista es, ante todo, una experiencia sensorial. Al entrar hay muchos estímulos y uno tarda unos minutos en ir asimilándolos. Contemplar elementos católicos (a los que una está muy acostumbrada) en un escenario que parece salido de una máquina del tiempo, produce una sensación muy extraña.
Lo primero que me llamó la atención fue el olor que te golpea nada más entrar. Una mezcla de olor a pino y a copal (una resina aromática vegetal que se utiliza en rituales para purificar el ambiente y alejar los malos espíritus). Y es que en la iglesia no hay bancos ni asientos, sino que todo el suelo está cubierto por un manto verde de hojas de pino que produce un olor muy característico.
Una especie de neblina de incienso inunda el templo y, por momentos, uno siente que falta oxigeno. No en vano, nada más entrar, vimos a un joven turista americano tumbado porque se había mareado. Escuché a alguien decir que pasaba a menudo.
Un grupo de hombres tocaban tambores y trompetas mayas mientras recorrían el templo. Iban vestidos con ropa tradicional y unos sombreros llenos de cintas coloridas. Más de una treintena de mujeres de largas trenzas se encontraban sentadas en el suelo junto con muchos niños que reían y jugaban sin parar.
El templo, de forma rectangular, está rodeado por todos los santos, colocados a la altura del suelo, que además lucen espectaculares arreglos florales. La gran mayoría, llevan colgados al cuello espejos para protegerlos.
Enfrente de los santos se extienden amplias mesas en donde hay depositadas miles de velas encendidas, junto con pequeñas esculturas de animales que son los nahuales. En las culturas prehispánicas a cada persona se le asigna un animal o nahual (espíritu primitivo y protector) dependiendo de su fecha y hora de nacimiento.
Conforme uno avanza se encuentra con familias o personas sentadas en el suelo sobre las hojas de pino. Los chamanes o curanderos utilizan velas, huevos, pox (un destilado típico de la región que lleva maíz y azúcar de caña) y, en ocasiones, gallinas o gallos para realizar los rituales de limpieza y curación. El sacrificio de estos animales se produce, según me explicaron, para casos de enfermedades o problemas graves.
En cada ritual también se utilizan una infinidad de velas finas de todos los tamaños que se pegan al suelo, por lo que la cantidad de velas en el templo es enorme. Las llamas tintineantes a ras del suelo crean una atmósfera muy especial.
No presenciamos ningún sacrificio (mejor así). Tan solo vimos un par de gallinas que esperaban su hora y un gallo ya muerto. El guía que nos acompañaba nos explico que los animales muertos, al considerarse que atrapan el mal, se entierran.
También nos contó que para los miembros de esta comunidad, acudir a un médico es algo impensable. Si el chamán no puede curarles, es que no hay cura posible.
¿Cómo visitar el templo de San Juan Chamula?
El templo se puede visitar por libre. Desde San Cristobal de las Casas salen colectivos que te dejan en el centro del pueblito. La distancia entre ambos es de a penas 10 kilómetros.
Sin embargo, es muy recomendable hacerlo acompañado de un guía para entender lo que uno contempla. Durante la mañana aprendí muchos datos curiosos sobre la cultura maya en general y sobre esta comunidad tan particular.
Desde San Cristobal de las Casas se organizan tours de medio día (300 $ - 15 euros) que incluyen la visita al templo y al cementerio de San Juan Chamula, así como a la comunidad vecina de Zinacantán.
En esta otra comunidad, dedicada a la floricultura, se visita la iglesia y una cooperativa de mujeres tejedoras. Las fotos que aparecen más abajo son precisamente de este pueblo. Tenía mis dudas, pero definitivamente fue un tour muy recomendable.
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